Volvieron.
Volvieron aquellos, disparos secos,
como vuelve siempre el sufrimiento,
a aquella tierra de flores marchitas,
como hormigas a la boca del muerto.
Dime cuántas fueron las noches de paz,
aquellos minutos de distancia eterna,
donde no había sitio para la sangre,
donde el dolor se escondía en el recuerdo.
Dime cuáles fueron tardes tranquilas,
en las que el niño jugaba sin miedo,
a una mina, entre los adoquines,
a un pájaro sangriento de los cielos.
Palomas torcaces, un día volasteis,
a esta tierra muerta de cieno y olvido,
escapad ahora, volad muy lejos
que ya no quedan felices recuerdos.
Sólo queda masacre en este lugar,
sólo metal entre los edificios,
cuerpos, sangrientos entre las colinas,
que una primavera engendraron flores.
Sólo quedan los soldados de hierro,
que con sus pistolas rocían de miedo,
a gente indefensa, de ojos sin nombre,
a gente olvidada en el cementerio.
En los colegios no hay patios ni niños,
sólo hay monstruos de traje marrón,
ya no hay dragones, ni quedan princesas
sólo realidades que frustran sueños.
Los niños no juegan, los niños lloran,
por ver a su amigo en las vías del tren,
con la boca abierta y el pecho abatido,
y el rostro blanco, blanco fantasmal.
Fernando Salas Martínez 2º A Eso
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